La noche era joven y la tensión palpable. Mi esposa me miró con esos ojos que me derriten. Sabía lo que venía. Su vagina deseaba mi atención. Me arrodillé. Ella sonrió perversa mientras mis labios exploraban su cavidad. Sus dedos se enredaban en mi cabello. El aroma de su piel me volvía loco. Su vagina se abría, húmeda y ansiosa. Era una vista preciosa mi boca la disfrutaba entera. Ella gimió con fuerza, su cuerpo vibraba. No había vuelta atrás. Nos perdimos en el momento. La pasión de este momento privado era única. Cada movimiento nos unía más. El deseo nos consumía por completo. Su panocha se estaba maravillosa. Con cada embestida más intenso. La dulzura de su interior era irresistible. Gemidos llenaron la habitación. El clímax se acercaba. Sus cuerpos se unieron en un final estallido. La plenitud era total. Nos permanecimos juntos, la piel brillante. Otro recuerdo sexual grabado para siempre.